Solo quiero escribirte y decirte lo mucho que te amo. Ayer, cuando te vi caminando y riendo con tus amigos, tenía la esperanza de que pronto quisieras tenerme a tu lado. Así es que te pinté un lindo atardecer para terminar tu día. Te envié una brisa como una suave caricia. Esperé, pero no me llamaste. Al amanecer, hice que los rayos de luz inundaran tu habitación y te envié un grupo de pájaros cantores que con su trinar te compusieran una preciosa sinfonía. Pero tú te levantaste tarde y de prisa te fuiste a trabajar; no te diste cuenta de nada. Mi tristeza fue tal, que el cielo oscureció y mis lágrimas derramadas se convirtieron en lluvia. Sólo quería decirte: “TE AMO”. Trato de decírtelo en la quietud de los pastos verdes, en el cielo azul, en el viento que produce sonidos en los árboles, en los colores y el perfume de las flores, en el estruendo de las grandes cascadas, y con el abrigo del calor del sol. Mi amor por ti es más profundo que el océano y más grande que el infinito cielo. ¡Si sólo comprendieras cuánto te amo! Si en algún momento te das cuenta de que quiero ser tu amigo, recíbeme en tu corazón y viviremos juntos por toda la eternidad.
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