“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”
Génesis 1:1
Nada. Absolutamente nada. No hay luz. No hay cielo. No hay tierra. Es algo incomprensible para nuestro pensamiento finito el estéril estado de la nada que existía antes de Génesis 1:1. Luego, de repente, por medio de la obra del Todopoderoso, Dios suplantó ese estado de la nada por “los cielos y la tierra”. La mano divina se extendió a través del vacío y produjo un lugar, un mundo, un universo. Por medio de la magnífica convergencia de las obras del Altísimo la nada se convirtió en algo. La historia comenzó su larga marcha hacia el presente. El primer versículo del Génesis nos ofrece suficientes conceptos para meditar durante toda una vida. Esa declaración introductoria habla de suficiente gloria, suficiente majestad, suficiente sobrecogimiento para dejarnos estupefactos ante Dios. Así como hoy no tendríamos vida, aliento ni existencia sin Su acción sustentadora, tampoco tendríamos al cosmos sin Su poderosa acción en la creación. Con respeto reverencial nos preguntamos qué fue lo que pasó antes de “el principio”. Con entrecortada alabanza nos maravillamos ante las palabras “creó Dios los cielos y la tierra”. Leemos y nos levantamos en adoración. ¡Jamás “Nada” ha sido tan fascinante!.
Escrit per David Branon / Imatge per Geralt
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