La genealogía de Gabino Fernández Campos

Gabino Fernández Campos (1944-2022) fue Profesor de Historia del Protestantismo en Castelldefels entre 1978 y 2006. José Grau le dió en 1979 el carnet de periodista, que le permitirá, para envidia de muchos otros aficionados como yo, pasearse por las bibliotecas toda su vida como si estuviera en su propia casa. Tenía también una relación especial con Caldes de Montbui. No solo lo digo yo. Joaquin Campistrón y Christina Lawrence lo dicen también en su artículo "Don Jorge and the School for the Poor: George Lawrence (1830–1894)" (Brethren History, 2016).

Gabino Fernández Campos siguió durante muchos años la pista de ese misionero galés. George Lawrence fue entre otras muchas cosas el fundador de la “Escola dels Pobres” de Caldes de Montbui en la provincia de Barcelona. Su interés de hecho lo llevó a publicar online la digitalización de muchas de las revistas que habían sido impresas por George Lawrence como “La Aurora de la Gracia” (1874) o el “Ensayo Metódico de Aritmética y Lectura” (1876). Hizo lo mismo con la enorme copia de la Biblia, que tenía el misionero como tesoro familiar y que le sobrevivió a él y a sus propias hijas. Todavía hoy, gracias al esfuerzo de Don Gabino, se puede descargar gratuitamente en formato PDF, del que era su sitio web para la divulgación de la historia de los protestantes en España. Gabino Fernandez pasaba largas horas buscando un simple detalle, por pequeño que este fuera, siempre que pudiese añadir un nuevo trazo al retrato de alguien que, con una copia de la Biblia en la mano, fuese también capaz de entregar su vida al servicio de los demás.

Gabino Fernández Campos en Caldes de Montbui

Gabino, el "historiador de izquierdas de barba poblada", que es como le definía Javier Negre en El Mundo en 2017, tenía además otra buena razón para visitar Caldes de Montbui. Le encantaba hacer fotos a su nieta Érika, porque según su opinión ella nunca miraba a la cámara. Le parecía a él que una foto más artística es siempre una que es menos elaborada y, además, que la costumbre de posar mirando alegre y confiadamente a la cámara, es algo más propio de personajes que de personas. Tenía él genes de su propio padre, como yo los tengo del mío. Como quiera que fuera algunas fotos las capturé yo de él, cuando descansaba de su obstinada tarea de abuelo fotógrafo. Ahora puedo por eso demostrar que predicaba con el ejemplo.

Gabino tenía un sentido del humor extremadamente cruel que todavía corre por las venas de toda la saga Fernández. Trataba de compensar esa debilidad con otras muchas virtudes pero no siempre a tiempo. Durante muchos años aseguraba que alcanzaría el éxito en ventas de libros, el día que escribiese un libro titulado “Fauna y Flora de las Iglesias Evangélicas de España”. Todos los perfiles más típicos y grotescos estarían detalladamente definidos y solía dar ejemplos que servían como pruebas de que era perfectamente capaz de hacerlo con éxito. Gabino literalmente vió el cielo abierto cuando descubrió las posibilidades de Twitter, ¡por fin no necesitaba el apoyo de una editorial para cumplir su sueño!

Gabino Fernández Campos en Caldes de Montbui

Lejos de aprovechar y cumplir ese sueño despiadado, prefirió entregarse a mantener a todo el mundo unido. Yo era todavía un niño cuando él me calentaba la cabeza con historias de, por ejemplo, ¡cuánto necesitamos amarnos los hermanos unos a otros!, ¡sin importar las singularidades que nos puedan diferenciar! El pueblo evangélico aprovechaba entonces la libertad religiosa para levantar muros cada vez más altos, que supuestamente les separarían todavía más de sus propios hermanos. Hablamos de la década de 1980. Gabino pasó entonces muchos años recorriendo España y haciendo, una a una, cientos de tediosas encuestas que pudieran derribar aquellas divisiones absurdas.

Su método era quizás el más lento pero quizás el más efectivo. Gracias a aquel esfuerzo, la unidad de todos se pudo mostrar también a nivel físico; las diferentes y sencillas visualizaciones de datos que crearía ¡no podrían estar equivocadas! Fruto de todo ese esfuerzo es uno de los libros más infravalorados de Gabino Fernández, titulado “Compendio Cristiano Español: Iglesias Y Misiones” (MARC Europe, 1991). Él sabía bien que ser pacificador tiene la mayor parte de las veces un alto coste. Cuando nos dejamos llevar por nuestras pasiones más naturales, también nos enfrentamos más fácilmente al que trata de asumir el papel de pacificador.

Gabino Fernández Campos en Madrid

Los adultos tienen también ese rasgo en común con los niños. Recuerdo que mi padre nunca nos permitía tener armas de juguete y obviamente lo que hacíamos era transformar en un arma cualquier objeto que estuviese a mano. He hecho a lo largo de mi vida muchas armas de largo alcance, solo con una tablilla recta de la basura, una pinza de la ropa y una goma elástica de la caja de costura de mi madre. Mi padre disfrutaba al traernos un regalo de cada uno de sus viajes. Lo que pasa es que para nuestra desgracia muchas veces era un libro o alguna cosa para alimentar nuestra sed de conocimiento.

Un día sin embargo nos trajo algo que captó toda nuestra atención. Se trataba de un auténtico avión de plástico y aparentemente sin nada alrededor de lo que aprender a ser mejores personas. Tardamos una media hora en usarlos también como armas arrojadizas y, como no podía ser de otra forma, nunca volvimos a ver aquellos juguetes. Pienso que habría sido para él más fácil dejarnos disfrutar de aquella tontería; hacer lo correcto, bien lo sabía él, siempre tiene un precio más alto. "Gabino investigó y divulgó la historia de nuestros heterodoxos. Cuando tenía mérito, que era durante la dictadura y el Estado confesional", escribía Antonio Burgos en El Mundo en 2002.

Todo este montón de palabras quizás con el único objetivo de hacer creíble este último párrafo: si hoy yo o mi hija tenemos algún aprecio a lo que es diferente, eso es primeramente gracias a la educación que nos ha llegado a través de Gabino. Gabino lo aprendió de los misioneros que conoció y los misioneros lo aprendieron a su vez de Cristo. ¡Por supuesto! Cristo no parece asustarse al formar parte de esa herencia. Su nombre no parece venirse abajo cuando los evangelistas le añaden a él en la misma genealogía de la valiente prostituta Rahab.

Cristo disfrutaba creando las variaciones del universo según los mismos evangelistas; y lo sigue haciendo al añadir nuevas variaciones en cada uno de sus hijos. Por eso, al leer cada uno de los nombres de esa genealogía, sea que nos sintamos más o menos identificados con uno u otro, condicionados naturalmente por nuestros propios prejuicios personales del momento, lo que sí sabemos seguro es aquello que tiene toda la atención de él. La atención del jefe de todo esto, a diferencia de la nuestra, sabemos que son las virtudes de su generosa mano y el resultado de su multiforme gracia.

Texto de Pablo Fernández. Imágenes de Pablo Fernández con excepción de la primera que es de Cristianos Evangélicos por el Mundo

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